Descripción
La Cueva del Conde (o del Fornu) es uno de los primeros yacimientos prehistóricos excavados en Asturias por el Conde de la Vega del Sella (1915). En las distintas excavaciones realizadas desde entonces se ha identificado la secuencia estratigráfica, se ha podido reconstruir el medio paleoambiental y se ha recuperado numerosa industria lítica y ósea, huesos de animales e incluso dos piezas dentales de un individuo neandertal. Además, este abrigo posee un importante conjunto de grabados lineales en sus paredes; estas grafías no figurativas se corresponden con el período Auriñaciense y representan lo que se ha denominado ‘primer horizonte gráfico del Nalón Medio’ en el contexto de las primeras manifestaciones artísticas humanas del Cantábrico.
A poca distancia, en uno de los extremos naturales del valle del Trubia, junto al río, se encuentra el Abrigo de Santo Adriano, una pequeña grieta de caliza en la que se descubrió en 1994 un conjunto gráfico con representaciones zoomorfas pertenecientes al Paleolítico Superior, probablemente del período Gravetiense/Solutrense. Dadas sus características estilísticas, técnicas y convencionales, estos grabados se enmarcan dentro de lo que se ha denominado ‘segundo horizonte gráfico del Nalón Medio’, presente también en abrigos cercanos del centro de Asturias como la Cueva de los Torneiros, Cueva Pequeña o La Lluera, así como en otros lugares de la cordillera cantábrica.
Cronología
En ambos enclaves observamos grabados incisos de cronología premagdaleniense (más de 18.000 años)
El apunte
Uno de los elementos de interés de la Cueva del Conde es que se trata de uno de los pocos yacimientos de Asturias donde se han podido registrar las últimas ocupaciones de grupos de neandertales y las primeras de sapiens. Sus paredes, además, albergan algunas de las manifestaciones artísticas más antiguas del arte paleolítico europeo. En el contexto de la actual discusión científica cabe preguntarse sobre la autoría de este arte: ¿neandertal o sapiens?
Por otra parte, a menos de 2 km de distancia de este yacimiento, se encuentra el Abrigo de Santo Adriano, donde es posible reconocer con facilidad representaciones premagdalenienses de ciervas, bisontes y cabras grabadas en la roca. Uno de los atractivos de la visita conjunta a ambos abrigos es poder observar la transición entre las primeras manifestaciones artísticas parietales y la aparición del arte figurativo.